sábado, 21 de enero de 2012

Nos quedamos sin cafe.

Era una tarde de verano, no trabajaba en mi turno y no me apetecía nada trabajar, hacía mucho calor, y apetecía cualquier cosa menos apatrullar la ciudad. Nada más pasar lista tuvimos que ir a un servicio, por lo que no pudimos tomar el típico café.

Al parecer había una fuerte riña familiar en un piso, y los vecinos llamaban alarmados. Una vez en el domicilio nos encontramos una discusión de una abuela con su nieta de 21 años creo recordar. La discusión se centraba en que la niña según su abuela llevaba una mala vida, era camarera, llegaba a las tantas de la mañana casi todos los días porque después del trabajo salía por ahí, y la abuela estaba hasta el moño de ella. La nieta en cambio decía que estaba hasta el moño de la abuela porque la controlaba la vida. Estuvieron a punto de pegarse según contaba la abuela. Mediamos durante casi una hora, mientras la nieta hacia las maletas para irse de casa.
A la hora de estar allí, cuando las 2 estaban ya tranquilas nos fuimos, pensando que tomaríamos el café tranquilitos. Nos equivocamos…

Una vez hecho el comunicado a la central no pasaron ni 5 minutos cuando nos suena el teléfono del coche. Era el sargento que quería que nos desplazaramos a un domicilio donde había un esquizofrénico peligroso, boxeador y muy violento, al que había que trasladar a un centro psiquiatrico a la fuerza, al no ser que aceptara a ir voluntariamente. Teníamos una orden de un médico que así lo especificaba.

En ese momento supimos que esa tarde no íbamos a tomar café.

El esquizofrénico estaba encerrado en un 5º piso que era utilizado de pensión, pero estaba sólo. Como se suponía que era muy peligroso, pedimos apoyo de otra patrulla, y nos pusimos los chalecos antibala y cuchillo, aunque estos últimos sólo los teníamos mi compañero y yo.

Picamos en la puerta, el esquizofrénico al ver que éramos la policía tranco la puerta que era blindada, y nos dijo a través de la puerta que no iba a ir con nosotros, que ya había estado en el psiquiatrico, y que lo tendríamos que matar si quería que lo lleváramos .
Ante el cariz que estaba tomando la situación, llamamos a los bomberos para que abrieran la puerta, a un médico para que estuviera presente y pedimos que nos trajeran unos escudos para entrar en el domicilio.

Hay que decir que se presentó nuestro sargento que estaba dispuso a entrar el primero en el domicilio. Llegaron los bomberos y se dispusieron a tirar la puerta. Tienen un aparato, parecido a un gato, creo que neumático, que se coloca apoyándose en los marcos de la puerta, saliendo del medio un brazo metálico que empuja la puerta.

Estuvieron 45 minutos intentado abrir la puerta, nosotros estábamos muy mosqueados porque hacía rato que se había dejado de escuchar al esquizofrénico, y no sabíamos lo que estaba tramando.

Al final los bomberos consiguieron abrir la puerta, después de hacer un gran destrozo tanto a la puerta como a los marcos de la puerta que los arrancó y rompió,además de parte de los pilares de hormigón, que llegaron a romper también.

La puerta estaba doblada, quedando solo medio abierta, apenas podía pasar una persona por el hueco que había desde la puerta al pilar de hormigón que había quedado al descubierto. El primero en entrar con el escudo fue el sargento, y el segundo yo, los 2 con los únicos escudos que teníamos. La casa era muy grande y se dividía en dos, habiendo unas habitaciones a mano izquierda, y un gran pasillo a mano derecha donde había 2 habitaciones al final del mismo.

Yo estaba con el escudo en una mano, y con la porra en la otra esperando que el esquizofrénico me saltara encima en cualquier momento caminando por le pasillo , por lo que las canillas me temblaban de lo lindo. Después de buscarlo por todo el piso, el hombre no aparecía, pensábamos que se había bajado desde la ventana hasta unos patios interiores, pero era poco probable porque era un 5º piso y era muy arriesgado bajar. Pero las ventanas de una habitación estaban abiertas de par en par, así que era la única explicación que le veíamos. Desde luego viendo la altura había que estar muy loco para intentar bajar por la pared, aunque había una canelón que bajaba desde el tejado, que lo podía haber usado.
Lo buscamos por los patios, y al no encontrarlo, pensamos que se podía haber escapado subiendo al tejado, y efectivamente, unos testigos nos dijeron que habían visto a un chaval caminado por le tejado.

El compañero y yo subimos al tejado a buscarlo, después de llenarnos de polvo y mierda que había en el desván por el que accedíamos al tejado, lo recorrimos todo y no lo encontramos. Se había escapado por una claraboya que accedía a un portal diferente al que habíamos estado nosotros.

Nos dispusimos a marchar, bastante contrariados por lo que había pasado, y a los 20 minutos de marchar, nos mandan volver al compañero y a mi porque los vecinos que estaban alarmados habían oído voces en el desván, y pensaban que estaba allí el esquizofrénico. Nos metimos en un desván de paredes muy estrechas en le que no había luz, y que había que caminar de rodillas. Llevábamos linternas claro está. No había nadie, los miramos enteros y nada. Ahora si que estábamos llenos de polvo, cansados, muy contrariados, y con muy mal sabor de boca, porque nos la habían jugado en nuestras narices y no nos habíamos dado cuenta. Y un esquizofrénico que necesitaba ayuda y que era potencialmente peligroso estaba suelto por la ciudad.

A las 2 semanas de aquello, unos compañeros consiguieron cogerle, mientras esperaba un autobús en un barrio de las afueras de la ciudad, necesitaron ser 7 compañeros para cogerlo y reducirlo, y por lo que me contaron las pasaron canutas. El chaval al parecer se reía diciendo que se había escapado por el tejado días antes.

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